En mayor o menor medida, todo el mundo sabe o sospecha que hay algo sucio tras Google. El buen rollito y la cultura Ikea tienen que esconder algo oscuro bajo el ala. Si algo hemos aprendido la generación de los ochenta es que las ETT y las multinacionales son unas hijas de puta. Y ahora mismo no se me ocurre una multinacional más grande que Google: ¿Quién no tiene Google como página de inicio? Da lo mismo que estés en un cibercafé en Malasia o en el locutorio de la esquina, cuando hagas clic en el icono de Firefox (o de IE, los más conservadores), aparecerá delante de ti un flamante "Voy a tener suerte".

Pues bien, seguro que conocéis Google Labs, el brazo en desarrollo de Google, de donde han salido numerosas aplicaciones como Google Calendar, Google Desktop, Google Analytics... y de donde salió en su día Google Search History, un servicio que vincula el historial de búsquedas a tu cuenta de Google Mail (esto sólo afectará a aquellos usuarios que utilicen el servicio "Página principal personalizada", en el que se inicia sesión con la cuenta de Gmail).

Si a estas aplicaciones le añadimos que Google presuntamente facilitó al gobierno de Bush historiales de búsquedas de ciertos habitantes estadounidenses bajo la sospecha de pertenecer a grupos terroristas (tal y como narran en el documental "El mundo según Google"), el temor al control que puede ejercer sobre nosotros el aparentemente inofensivo buscador, aumenta.

Y puede que esto no sean más que paranoias o leyendas urbanas que circulan por internet, pero... ¿Y si es cierto? ¿Y si hay una carpeta en un servidor de Google con mi IP, mi nombre, mi cara, el color de la pintura de mi coche, de qué marca son las zapatillas que calzo...? ¿Y si no quiero formar parte de esto? ¿Y si le hemos abierto la puerta al Gran Hermano? ¿Y si ha colocado el pie entre la puerta y el marco y ya no la podemos cerrar?


Vía menéame.net